
Primero se especializó en pastelería industrial para, más tarde, incorporar aquellas referencias que “se encontraban junto al lineal de nuestros productos”. Desde entonces, aperitivos, caramelos, chicles o frutos secos también forman parte de su oferta.
Los orígenes de Gestión Punto Venta (GPV) se remontan a 1984, fecha en la que siete distribuidores de diferentes puntos de España unen sus fuerzas para crear UNIPASA (Unión de Pastelerías, S.A.) dedicada a la importación de productos de pastelería provenientes de diferentes países europeos para su distribución en el mercado nacional. Este proyecto llegó a crecer hasta la cifra de 22 distribuidores repartidos por toda la geografía y, a la importación inicial, se sumó incluso la creación de una fábrica propia donde se elaboraban productos marca Mildred y varias delegaciones; entre ellas, la de Madrid, con Francisco José Lubián al frente.
Diferentes vicisitudes de esta empresa la llevaron a la desvinculación de las delegaciones, lo que -en el caso de la de Madrid- supuso el nacimiento de GPV, empresa protagonista de la sección de este mes que comienza en ese momento su historia, siempre vinculada a la distribución en el canal moderna.
“En febrero de 1996, Gestión Punto Venta se constituyó como Sociedad Anónima Laboral con 20 empleados y, cinco años más tarde, pasamos a ser sociedad anónima; en un principio con diez socios y actualmente continuamos en la empresa siete accionistas” para desarrollar su trabajo entre la Comunidad de Madrid, Guadalajara, Toledo y Talavera de la Reina. Actualmente mantienen esta misma zona donde atienden a un conjunto de 850 puntos de venta al contado y al total del mercado de la distribución moderna.
GPV comenzó su andadura empresarial vinculada a las marcas Mildred, La Estepeña, Storck Ibérica y Nutrexpa desde sus instalaciones ubicadas en el municipio madrileño de Cobeña, “como un distribuidor tradicional, es decir, llevando los productos a los puntos de venta, pero siempre dirigidos al canal de la gran distribución”. A lo largo de estos años nos hemos especializado en dar un servicio de distribución integral, que va desde la recepción y almacenaje de los pedidos hasta reposición, merchadising y gestión postventa”. Y lo mismo que crecieron sus servicios al cliente, también creció su oferta: “actualmente contamos con 2.000 referencias, entre las que continúan las marcas de nuestros orígenes y algunas más: Borges, Frit Ravich, Wrigley, Chupa Chups, Facundo, Recondo, Risi, La Boulangere, Celigüeta, etc.”
18 años creciendo “sin la ambición de crecer mucho, pero creciendo bien”
“Han sido unos años -indica el director general de GPV- intensos, de mucho aprendizaje en los que nos ha caracterizado la flexibilidad: damos al cliente lo que necesita: en unos casos, es un servicio global total, desde la recepción de los pedidos hasta su posicionamiento en el punto de venta; en otros, es un servicio complementario del que puedan realizar sus propias delegaciones”, porque “nuestra ambición ha sido no crecer mucho en estos casi veinte años, pero siempre crecer bien e ir consolidándonos para hacer la empresa rentable”.
Con esta filosofía, han conseguido tener a día de hoy “una compañía saneada basada en el servicio”. Además, en referencia a su historia: “Llegamos al mercado cuando el sector se encontraba en un buen momento”, añade Lubián. “Y recientemente también nos ha beneficiado la concentración de empresas de distribución, que se ha producido debido a la situación económica”.
Para Francisco Lubián, otra característica clave de GPV es el buen servicio. Por ello, trabajan de lunes a sábado desde las 4 de la mañana, “y no distribuimos los domingos porque no se recepciona”. El horario de la compañía se ha modificado con respecto a los de su competencia: “nos ponemos en funcionamiento dos horas antes que el resto, para que, cuando las carreteras comienzan a congestionarse, nuestros repartidores ya hayan llegado a su destino”. El director general de Gestión Punto Venta, opina que si el reparto se hiciese por la noche, “no habría cientos de furgonetas ocupando las carreteras y calles en hora punta. Podríamos hacer nuestro trabajo mucho mejor, con menos recursos y de una manera más cómoda”.
Unos socios bien avenidos que reinvierten en la compañía
Para Francisco Lubián hay dos factores que condicionan el éxito o el fracaso de un negocio. El primero y principal de ellos es el capital humano, “porque los coches, las instalaciones o las máquinas no sirven para nada si no hay alguien detrás asegurándose de que todo funcione correctamente. En nuestro caso, estamos muy orgullosos de nuestro personal que realiza un magnífico trabajo”.
El otro factor esencial es el de la suerte, porque “todo el mundo intenta hacerlo lo mejor que puede, pero la suerte puede estar de tu lado o no. En el caso de nuestra empresa siempre hemos intentado aprovechar la suerte de cara y, si en algún caso no nos ha favorecido, hemos aprendido de los errores”.
En el caso de los socios, después de casi 19 años juntos, “hay una confianza enorme entre nosotros, y una gran compenetración”. La empresa ha crecido a base de reinversión constante para “ofrecer un mejor servicio a los clientes”. Comenzaron con una nave de 1.000 metros cuadrados de almacén y actuamente disponen de 2.500, con la última adquisición, que les permitirá almacenar más de 2.000 palés, 21 vehículos y 40 empleados, de los que más de la mitad se dedican al departamento comercial. Entre venta propia y distribución a terceros, en 2013, el volumen de GPV se situó en unos 20 millones de euros.
Una trayectoria sobre ruedas
A Francisco Lubián le gustan las motos: llegó a ser hace años monitor de circuito “y siempre que puedo me voy a dar una vuelta sobre dos ruedas, me ayuda a no pensar porque sobre la moto no puede haber ninguna distracción”. Es un buen símil sobre lo que ha sido la trayectoria de su empresa porque tampoco durante estas casi dos décadas se ha permitido distraerse de su manera de entender la distribución: “buen servicio, honestidad y flexibilidad”. También le gusta la música, concretamente el jazz, y la fotografía. Y siempre encuentra un hueco para los “buenos amigos”, como sus socios, que además de compañeros de trayectoria profesional también son magníficos amigos.