
La situación es complicada, ya lo sabemos y todos estamos luchando con uñas y dientes para recuperarnos. La pandemia del coronavirus nos ha golpeado con fuerza y no solo a nosotros, es una crisis que afecta sin excepción a las economías del mundo. También lo sabemos y no es ningún consuelo el mal de muchos o mejor dicho de todos.
Como ocurre en las distancias cortas también, unos han resistido mejor el envite y nuestro país no es precisamente de los que tienen las mejores cartas en esta partida. No sabemos bien el terreno que pisamos, ya que es la primera vez que se unen en la dificultad aspectos sanitarios y económicos y también es la primera ocasión en que nos han confinado y nos limitan la movilidad. Nuestra redacción está en Madrid, qué les voy a contar, ya saben que es una de las zonas más afectadas desde marzo hasta el mismo día en que escribo esta carta en que estamos en semiconfinamiento.
Es una situación desconcertante porque nuestro carácter español, y por eso tenemos un Canal Impulso que ya no existe en ningún otro país europeo, es completamente opuesto a ello, a la reclusión, y la estructura de la economía de nuestro sector está adaptada a ese carácter al que aludo. Por ello, en el confinamiento, el consumidor -que ha tenido un comportamiento ejemplar- ha seguido dándose pequeños placeres, a base de productos dulces, incluso los ha elaborado, se ha traído el cine -y con el cine las palomitas- a casa y los aperitivos y otros productos de consumo por impulso, han seguido teniendo su placentero lugar en el corazón y el estómago de todos. Hemos seguido consumiendo, ahí están las cifras, solo hubiera faltado que no hubiéramos tenido la satisfacción inmediata que nos proporcionan los caramelos, los chocolates, los frutos secos o los snacks.
Pero no ha sido suficiente, los números no han salido. Con la pérdida de la movilidad, se han visitado poco o nada las gasolineras; con las calles vacías, las tiendas cerradas y todos en casa, han sido meses sin compras en las tiendas salvo las de Moderna Distribución, sin bares abiertos y con una caída ‘a plomo’ del turismo, del que dependemos tanto en España, porque representa alrededor del 12% del PIB con tanto empleo temporal perdido por la situación. Y sin empleo ya sabemos lo que pasa con el consumo. No tenemos la anterior crisis tan lejos.
Yo, que soy por naturaleza positiva, pienso que el Covid-19 también nos ha traído una oportunidad: ha sacado a la luz problemas anteriores, incluso alguno endémico, por lo que, si siempre dicen que detrás de una crisis hay una oportunidad, ahora tenemos la oportunidad de resolverlos de una vez. A mi modo de ver los problemas se resumen a grandes rasgos en dos factores: poca visibilidad y pequeño tamaño.
La escasa visibilidad ante la Administración del Canal Impulso, cuando representa el 50% o más incluso de las ventas de muchas de las categorías del mercado del dulce y del aperitivo. Este porcentaje es motivo más que suficiente para que se oiga la voz del Canal. Y, si en el conjunto del país hay un alto porcentaje de pequeñas y medianas empresas, en el sector nuestro, el porcentaje es incluso mayor. Y tras todas estas compañías hay mucho empleo. Por ello es tan importante que tengan la financiación suficiente para aguantar lo que la pandemia interrumpió: los ingresos para tener perspectivas de crecimiento, dure lo que dure la crisis. Y todo eso, es el momento de remediarlo ahora. La única manera que yo veo es estando unidos y apoyándose unos a otros, porque hay objetivos comunes, nunca antes había una meta más clara en nuestro sector: resistir porque valor, o mejor dicho, valores en plural, no faltan.
@LolaFPaniagua
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Otras informaciones en la edición de Dulces Noticias... y algo más núm. 380 (octubre 2020)