
DN.- ¿Cómo describiría el comportamiento del mercado de los helados en el último año?
A falta de tener el dato oficial, podemos avanzar que se mantiene en línea con el alcanzado la campaña de 2016: un crecimiento en el consumo gracias al buen signo de tres factores clave, como la climatología, el turismo y un entorno económico dinámico. Este marco ha permitido que el consumo fuera del hogar haya vuelto a ganar cuota en el mix de mercado, impulsando las ventas globales.
DN.- ¿Cuál es la participación de este mercado por canales comerciales (Canal Moderna, Horeca, Impulso…) y cuál ha sido el que más ha crecido?
Estimamos que el Canal Moderna acapara un 60% de las ventas del mercado y el consumo fuera del hogar se reparte el resto, siendo este último el que mejor comportamiento ha tenido gracias a la dinamización del consumo en este canal.
DN.- ¿Cómo describiría al consumidor de helados? ¿Es el segmento de población infantil/juvenil el que más los consume? ¿Qué es lo que más valora un consumidor del helado (el sabor, la textura, etc.)?
Nuestros productos tienen en la actualidad un rol de indulgencia y un consumo ocasional, que se acentúa a partir de la primavera y alcanza su mayor demanda durante la campaña de verano. La motivación para su consumo es poder disfrutar de un momento de placer y relax gracias a su sabor y textura, que cambian en función del segmento de población al que se dirige. Se estima que el 40% de los españoles optan por un helado para picar entre horas.
DN.- Tradicionalmente, el consumo de helados está asociado a la temporada estival, ¿ha variado esto o el helado es un producto de consumo estacional? ¿Interviene la climatología a la hora de consumir un helado?
Por el momento no hemos conseguido revertir la estacionalización de su consumo en los meses de primavera-verano. El helado está muy arraigado a nuestra cultura y es cierto que se han alcanzado cuotas de consumo en momentos que van desde el postre, la merienda o el consumo entre horas, pero continuamos con la asignatura pendiente de generalizar su consumo a lo largo del año, a pesar de que está siempre disponible en los lineales de los supermercado.
DN.- Cada año se producen nuevos lanzamientos de helados, ¿Qué importancia tiene la innovación en este mercado?
Es fundamental. El helado es un alimento elaborado a base de leche, azúcar y huevos pero la receta que se presenta al consumidor final es muy diversa y en esa diversidad incide la innovación: la fusión de sabores y texturas marca la diferencia.
DN.- ¿Qué tipo de helado tiene más éxito en la actualidad? ¿Se podría decir que el consumo de helados tiene un componente emocional, ya que los consumidores tienen sus favoritos?
Según el Estudio Frigo de Hábitos de Consumo de Helados en España, el cucurucho sigue liderando las preferencias del 37% de los españoles, seguido de la tarrina (31,7%) y el helado de palo (22,6%). Y con respecto a los sabores, el chocolate continúa siendo, de lejos, la perdición de grandes y pequeños. Un 37,9% lo prefiere al de vainilla, segundo sabor de mayor éxito con un 15,6% de adictos. Sin lugar a dudas, el helado es un alimento directamente ligado a un componente emocional, de indulgencia y de placer, donde los gustos personales determinan la elección.
DN.- ¿Se aprecia una mayor confianza en el mercado?
Según fuentes públicas, bajan las expectativas respecto a la situación futura de la economía y las relativas al mercado de trabajo, pero aumentan las relativas a la situación de los hogares. Esto se traduce en que la confianza del consumidor tiene signo positivo y tiende a un mayor consumo dentro y fuera del hogar. Nuestros productos, en la actualidad, tienen mayor consumo en el hogar que fuera del hogar, de modo que una cesta de la compra diversa y con productos de indulgencia nos favorece. Por otro lado, está el factor turismo: a mayor turismo, mayor consumo de categorías como el helado. En 2017, se batieron récords de visitantes, veremos qué sucede en el presente.
DN.- ¿Qué evolución prevé en la categoría de helados para 2018?
Es precipitado hacer avances de evolución, porque dependemos de las previsiones meteorológicas que, sabemos, inciden mucho en el comportamiento del consumidor en su demanda de helados. Pero hay inputs que vislumbran una primavera cálida y un verano de altas temperaturas y, si esto se cumple, podremos hablar de una campaña positiva como la realizada el pasado ejercicio.